Una súbita y trágica llamada de atención: así es como muchos robotistas ven el desastre nuclear de Fukushima Daiichi, causado por el terremoto y el tsunami que afectó a Japón en 2011. Los informes posteriores al accidente describieron cómo los altos niveles de radiación frustraron los intentos de los trabajadores por llevar a cabo Medidas urgentes, tales como válvulas de presión operativas. Era la misión perfecta para un robot, pero ninguna en Japón ni en ningún otro lugar tenía la capacidad de hacerlo. Fukushima nos obligó a muchos de nosotros en la comunidad robótica a darnos cuenta de que necesitábamos sacar nuestra tecnología del laboratorio y llevarla al mundo.
Los robots de respuesta a desastres han logrado un progreso significativo desde Fukushima. Grupos de investigación de todo el mundo han demostrado vehículos terrestres no tripulados que pueden conducir sobre escombros, serpientes robóticas que pueden atravesar espacios estrechos y drones que pueden mapear un sitio desde arriba. Los investigadores también están construyendo robots humanoides que pueden inspeccionar los daños y realizar tareas críticas, como acceder a paneles de instrumentación o transportar equipos de primeros auxilios.
Pero a pesar de los avances, los robots de construcción que tienen las mismas habilidades motoras y de toma de decisiones de los trabajadores de emergencia siguen siendo un desafío. Para abrir una puerta pesada, descargar un extintor de incendios y otros trabajos simples pero arduos, se requiere un nivel de coordinación que los robots aún deben dominar.
Fuente: https://spectrum.ieee.org